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«Jet Set: la impunidad sepultada bajo los escombros»

Escribe Nelson Del Pozo G

11/04/2025

Zürich | Suiza

— La reciente tragedia del derrumbe en el local Jet Set no fue un “acto del destino”, sino el resultado previsible de un sistema que privilegia el poder económico sobre la vida humana. La Suprema Corte de Justicia ha sido clara: el artículo 1386 del Código Civil establece que “el dueño de un edificio es responsable del daño que cause su ruina, cuando ha tenido lugar como consecuencia de culpa suya o por vicio en su construcción”. En los casos de responsabilidad civil, no es la víctima quien debe probar la culpa del propietario; es este último quien debe demostrar que el daño se produjo por una “causa extraña”. Es decir: ni terremotos, ni huracanes. Solo negligencia.

Un derrumbe construido a pulso

Basta caminar entre los escombros —físicos y morales— para ver la verdad: grietas por falta de mantenimiento, materiales que incumplen normas básicas de seguridad, permisos de construcción obtenidos bajo la opaca sombra de la influencia. Antonio Espaillat, dueño del local, no necesita un abogado: necesita un espejo. Su fortuna, amplificada por su control de medios de comunicación, no puede ser un escudo para evadir su responsabilidad. ¿Acaso las leyes se escriben en tinta invisible para los poderosos?

Este caso no es una excepción: es el síntoma de una República Dominicana donde la corrupción es el cemento que une las instituciones. Mientras las autoridades cierran los ojos ante violaciones flagrantes de estándares de construcción, los ciudadanos pagan con sus vidas.

El mito de la «causa extraña» y la cruda realidad

Los abogados de Espaillat seguramente argüirán que el colapso fue “imprevisible”. Pero, ¿cómo llamar a décadas de omisiones? Las fotos de vigas corroídas, los informes técnicos ignorados y los vecinos que durante años denunciaron grietas son testigos mudos de una negligencia activa. El artículo 1386 no es una abstracción legal: es un pacto social.

Si permitimos que se manipule para proteger a quienes financian campañas políticas o silencian críticas desde sus medios, convertimos la justicia en un teatro para ricos.

RD: ¿Nación en venta o en reconstrucción?

Esta tragedia, que ha unido en duelo a todos los estratos sociales, debe ser un punto de quiebre. No es solo Jet Set: es el edificio de apartamentos en Santiago que se inunda por tuberías piratas; es la escuela en Barahona que se cae con la primera lluvia.

La pregunta no es si Espaillat es culpable (la ley ya lo señala), sino si República Dominicana tiene el valor de romper su pacto con la impunidad. Permitir que los económicamente poderosos compren su inocencia no solo es injusto: es un suicidio colectivo.

Conclusión: Memoria contra el olvido

Las víctimas de Jet Set no merecen un minuto de silencio, sino años de justicia. Exigir la aplicación estricta del artículo 1386 es el primer paso para sanar un país donde la corrupción ha sido el arquitecto de demasiadas tragedias.

Como sociedad, debemos elegir: ¿seguiremos construyendo sobre los cimientos podridos del privilegio, o empezaremos a edificar sobre la dignidad?

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